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Rompen la delgada línea entre original y copia

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11 feb 2015.- “Original y copia”, la frase más escuchada en la burocracia, llega ahora al museo de una manera lúdica. Desde el 10 de febrero, los visitantes al museo londinense Dulwich Picture Gallery tienen un desafío: identificar cuál de los cuadros ahí expuestos es una copia “Hecha en China”.

La obra impostora, en su marco original, estará entre óleos de Rembrandt, Rubens, Tiepolo, Poussin, Murillo y otros clásicos que alberga el museo. Esta pieza fue encargada a una empresa que comercializa réplicas que producen estudios chinos, de obras de cualquier época y estilo.

El responsable de este experimento no exento de humor es Doug Fishbone, artista estadounidense que radica en Londres.

Esta iniciativa tiene como referente cercano varios escándalos por falsificación de cuadros. En 2013, por ejemplo, se descubrió un fraude que ascendía a $80 millones de dólares por la venta de cuadros que habían permanecido “perdidos”, atribuidos a Franz Kline, Jackson Pollock, Lee Krasner, Willem de Kooning y otros artistas. En realidad, habían sido pintados por un artista chino de 73 años, residente de Queens, Nueva York. El engaño tardó en ser descubierto y para entonces habían angatusado a galerías, expertos y coleccionistas.

Ahora, Fishbone busca propiciar una reflexión colectiva sobre el valor y la autoría de una obra artística a partir de la aparente confusión entre el original y la copia.

La primera fase del experimento terminará en abril, cuando se revelará cuál de las obras es la copia. A partir de entonces, y durante tres meses, se exhibirán juntas original y copia.

Además de abordar el fenómeno de la reproducción, Fishbone espera enriquecer el debate sobre la autentificación de obras: lienzos atribuidos a autores consagrados que al paso del tiempo fueron adjudicados a discípulos, así como el papel de éstos en el taller del maestro, algo que es cada vez más reconocible gracias a las nuevas técnicas de identificación. Bajo esa óptica, muchos museos e instituciones están revisando sus colecciones, incluida la Dulwich.

Un debate ancestral
No podía haber mejor sitio para el experimento de apreciación que este museo londinense, el cual conoce en su propia historia cómo inciden los azares históricos en el arte.

Su colección nació a finales del siglo XVIII, cuando el rey polaco Estanislao II encargó a los comerciantes de arte Noel Desenfans y Sir Francis Bourgeois crear una colección de arte. Los marchantes compraron cargamentos de pinturas. En el proceso, desaparecieron el rey y su reino, por lo que la colección real se quedó en el colegio de Dulwich. Cuando las autoridades escolares vieron que las obras seguirían ahí, decidieron crear una galería, con el diseño de Sir John Soane, para exponer las obras al público.

Este espacio abrió sus puertas en 1817. De esa manera, Dulwich se convirtió en la primera galería de arte construida en el mundo.

Aunque su colección incluye decenas de obras maestras, Ian Dejardin, director de la galería, ha expresado su preocupación por varias obras compradas como auténticas y que no han resistido las pruebas contemporáneas de autentificación. Recordó que Dulwich una vez albergó cinco “Tiziano”, y ahora no hay ninguno, aunque recientemente “Venus y Adonis” fue rehabilitado en parte como una buena versión por el propio taller del artista. Sus cinco “Van Dyck” se han reducido a uno. Ahora los epítetos obligados son «estudio de«, «atribuido a«, «después de«, y «a la manera de» el maestro.

La ruta de la copia
La reproducción que Dulwich expone fue elaborada por la Meishing Oil Painting Manufacture. El procedimiento de adquisición fue convencional: por correo electrónico enviaron al estudio una imagen en alta resolución de la obra para que volviera a ser pintada. La galería ha aclarado que en sentido estricto no se puede hablar de una falsificación pues los estudios chinos son muy cuidadosos en este aspecto y para no inducir a engaño alteran ligeramente las dimensiones de la copia respecto al original.

Por mensajería, Dulwich recibió la copia en Londres. «La réplica es de una calidad excelente. Cuando llegó estábamos encantados, pero cuando la pusimos al lado de la original el resultado fue muy interesante. La diferencia se podía apreciar inmediatamente», explicó el conservador en jefe, Xavier Bray.

En la compañía Meishing Oil Painting Manufacture trabajan 150 artistas, de los cuales muchos son estudiantes de arte que autofinancian sus proyectos. Ahí siguen las líneas de pensamiento y estilo de Botticelli, Van Gogh, Picasso u otros para confeccionar las obras solicitadas en todo el mundo. La provincia de Fuijan cuenta con cientos de estudios que atienden esta demanda. Sólo en el pueblo de Dafen se estima que producen cinco millones de reproducciones al año.

Fishbone ha dicho acerca del experimento: “No es sólo un ¡hey!, detecta la imagen falsa, sino que plantea cuestiones graves de nuestra forma de ver, apreciar y valorar el arte. Colgarla en Dulwich da a esta imagen alguna procedencia, y es interesante ver si eso cambia su valor”.

La réplica, por lo pronto, les costó 154 euros.

[Gerardo Moncada]

Información: agencias.

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