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Horace Silver, el puntito picante en el jazz

Horace-Silver

Uno de los íconos del jazz, Horace Silver, nació el 2 de septiembre de 1928, en Norwalk, Connecticut, y murió el 18 de junio de 2014, en New York.

Pianista de tonos vigorosos, contundentes, y ritmo alegre; por momentos expandía el espectro sonoro hasta lindar con la disonancia.

Compositor, intérprete, arreglista y director de banda, estudió piano y saxofón pero rápidamente siguió la estela dejada por los pianistas de boogie-woogie y del bop, como Thelonious Monk y Bud Powell.

Cuentan que Horace Silver era el líder de un trío que se presentaba en un club de Hartford, Connecticut, al cual llegó Stan Getz a realizar algunas presentaciones. Getz quedó tan impresionado por el trío que lo contrató para hacer una gira y fue el primero en grabar composiciones de Silver, en 1950 (Dave Gelly, Icons of Jazz, 1900-2000).

Con Stan Getz, “Strike up the Band”, del álbum The Sound (1950):

“Su estilo al piano es inconfundible. Al principio sonaba demasiado forzado para ser un buen acompañamiento, pero Stan Getz descubrió la forma de superar este contratiempo. Silver lanza las líneas del solista sin envolverlas. Sus propios solos siguen un patrón de tensión que aumenta gradualmente, con frases largas y envolventes salpicadas de citas que recurren a todo su bagaje musical. Es un instrumentista muy enérgico”, añade Gelly.

Con Art Blakey y Sabú, «Horace-Scope» remasterizado:

Para el historiador del jazz Joachim Berendt, Horace Silver halló nuevas maneras de unir el lied de 32 compases (sobre el que se construyen casi todas las improvisaciones jazzísticas) con otros cuerpos musicales que componen verdaderos ‘grupos y bloques de formas’ (El Jazz, edición de 1976).

“Room 608”, del álbum Horace Silver and The Jazz Messengers (1955):

Como precursor de la corriente del hard-bop, se le atribuye la definición de este jazz que a finales de la década de 1950 tomaba distancia de lo clásico en busca de nuevas estructuras y mayor vitalidad. Este jazz era impulsado por jóvenes músicos, sobre todo en Nueva York.

“Opus the funk” (1952):

Horace Silver –junto con otros músicos- implantó una manera de tocar que dieron por llamar ‘funky’, ‘funky blues’ o ‘funk’: un blues lento o semilento, tocado con el beat firmemente sostenido, con todo el grave feeling y la expresión del antiguo blues, explica en su libro Berendt.

“Señor Blues”, del álbum Six pieces of Silver (1956):

Berendt llama la atención sobre el uso frecuente de la palabra soul en los años de 1950, especialmente en conexión con la manera funky de tocar. Y cita a Horace Silver: “A fin de cuentas, todos tienen un alma; sólo que hay quienes la tienen en mayor grado que otros… Algunos tienen un alma tan fuerte que sale de ellos y te toca”.

“Sister Sadie”, del disco Blowin’ the Blues Away (1959):

Silver experimentó con la fusión de ritmos. El crítico de jazz Chema García Martínez incluye Song for my father, de Horace Silver, en su libro Esto es Jazz, los 101 +101 mejores discos de la historia,.

“Song for my father” (1964):

Y cita al pianista: “Mi padre siempre trató de que adaptara la música de Cabo Verde al jazz, me tocaba una canción de su país y me decía: ‘Ahora tócala en versión de jazz’, pero yo era incapaz. Hasta que Sergio Mendes me invitó a pasar tres semanas en su casa de Río de Janeiro para ver los carnavales. Me metí a fondo en el asunto del bossa nova y cuando volví a Nueva York me dije que tenía que componer una pieza con ese ritmo. Me senté al piano y surgió Song for my father. Lo divertido vino cuando lo escuché en mi reproductor de casete: de repente me di cuenta de que el ritmo era bossa nova, pero la melodía no era brasileña sino que sonaba más al estilo de Cabo Verde. ¡Así que al final mi padre se salió con la suya!”

“Blowin’ the Blues Away”, del disco Blowin’ the Blues Away (1959):

A mediados de 2014, cerca de cumplir los 86 años, murió Horace Silver. Todos los medios informativos consignaron que moría una leyenda.

“Se llamaba a sí mismo un ‘cocinero del jazz’. ‘El jazz debe tener su puntito picante’, afirmaba. ‘Si no, no sabe a nada’”, escribió Chema García como afectuosa despedida en el diario El País.

“Nica’s Dream”, del álbum Horace-Scope (1960):

La revista Rolling Stone escribió: “Sus orígenes portugueses influyeron en sus composiciones, utilizando mucha percusión y rompedores golpes de ritmo”.

“For heaven’s sake”, del álbum Six pieces of Silver (1956), remasterizada:

Hoy, sus notas siguen resonando en el ciberespacio.

[ Gerardo Moncada ]

 

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