Otro mundo es posible

El patrimonio ambiental de la ciudad de México, en manos rapaces

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El riesgo anunciado hace unos meses, durante un foro realizado en la Comisión de Derechos Humanos del DF, se materializó de manera feroz la madrugada del 8 de marzo, cuando el gobierno capitalino taló 800 árboles en Mixcoac a fin de construir una vía rápida para coches. Lo vislumbrábamos entonces activistas y académicos. Ya ocurrió y se puede repetir en cualquier momento.

12 mzo 2015.- En los últimos 20 años se ha observado una acelerada y progresiva degradación del espacio público en la ciudad de México e, incluso, un afán por arrebatarle precisamente su carácter “público” para concederlo a privados [1]. Ambas circunstancias implican un proceso expropiatorio de un bien común, en detrimento del bienestar colectivo, lo cual contradice lo establecido en el artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos:
“Toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar. El Estado garantizará el respeto a este derecho. El daño y deterioro ambiental generará responsabilidad para quien lo provoque en términos de lo dispuesto por la ley”.

Aunque el Distrito Federal cuenta con áreas de gobierno dedicadas al medio ambiente y un programa de acciones [2], en su conjunto estas últimas manifiestan falta de coherencia, equilibrio y orden; tampoco resulta clara una jerarquía entre ellas. Esto evidencia que al conjunto de instrumentos le falta una política pública explícita que defina claramente –y en acuerdo con la sociedad– qué se puede y qué no se puede hacer.

Por definición, el espacio público pertenece a la sociedad y nadie puede tomar posesión exclusiva de él. Cualquier intento de apropiación debería ser sancionado en forma expedita y de manera ejemplar para desalentar esta práctica. Sin embargo, el gobierno del Distrito Federal ha dejado de custodiar el espacio público y ha tolerado su expropiación para usos particulares, incluso para fines lucrativos (ocupación de aceras, calles, camellones, parques, jardines, áreas recreativas, barrancas, bosques, zonas agrícolas).

De igual forma, el gobierno del Distrito Federal ha abandonado otra de sus funciones esenciales: incrementar y mejorar los espacios públicos arbolados, para beneficio de los habitantes de la capital, y para garantizar con ello el derecho a un medio ambiente sano. Por el contrario, el gobierno viene actuando como gestor de intereses privados, acatando sus demandas aunque éstas vulneren el bienestar colectivo. Así, lo mismo puede admitir sin cuestionamiento la petición de un vecino de derribar árboles octogenarios para dar visibilidad a la fachada de su casa (con fines de venta inmobiliaria) que la solicitud de empresarios de eliminar la fronda de árboles con el propósito de hacer visibles los anuncios espectaculares.

Información la tiene, y abundante
En el desempeño del gobierno capitalino se percibe un desinterés por la historia de la ciudad, por su medio ambiente y por la calidad de los espacios públicos. Esto no puede atribuirse a la falta de información, ya que en el portal de internet de la Secretaría del Medio Ambiente del Distrito Federal (SMA-DF) abundan datos y referencias acerca de la importancia de las áreas verdes urbanas y las principales amenazas que enfrentan [3].

Conviene destacar la diferencia entre “áreas verdes” urbanas y “arbolado” urbano, ya que este último constituye un bien preciado y escaso. Las estadísticas oficiales indican que en promedio sólo el 55% de las áreas verdes del Distrito Federal cuenta con árboles [4]; en algunas delegaciones el arbolado es casi la totalidad de sus áreas verdes, como ocurre en Benito Juárez, Coyoacán, Cuauhtémoc y Tlalpan. De ahí que el cuidado del arbolado en estas demarcaciones debería ser prioritario. Estas mismas estadísticas también muestran la alarmante escasez de arbolado en otras delegaciones de acuerdo al estimado en metros cuadrados por habitante: Tláhuac (0.3 metros cuadrados por habitante), Cuauhtémoc (2.6 m2), Venustiano Carranza (2.7 m2), Iztapalapa (2.8 m2), Iztacalco (3 m2), Benito Juárez (3.3 m2), Azcapotzalco (5.3 m2), Gustavo A. Madero (5.4 m2) y Magdalena Contreras (5.7 m2).

Estos datos oficiales deberían mantener en alerta a dos tercios del Distrito Federal y originar acciones urgentes para, por un lado, proteger y robustecer de manera efectiva el arbolado existente así como, en forma simultánea, impulsar tareas de largo aliento para incrementar las zonas arboladas. Sin embargo, los hechos y los datos referidos arriba evidencian que se está actuando en sentido opuesto.

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Conceptos básicos, por si no los recuerda
En sus publicaciones oficiales el Gobierno del Distrito Federal reconoce el valor de los árboles como proveedores de energía, sombra, humedad, recreación y alimento a favor de la población. “Una premisa para vivir de manera sustentable es que aquellos que viven en un lugar deben ser los que más lo conocen”, se refiere en un libro coeditado por el GDF y la Universidad Autónoma Metropolitana [5].

Cuando se encuentra en condiciones saludables la fronda de los árboles, ésta atempera el efecto de “isla de calor” por la sombra que produce y por la humedad que genera (más del 99% del agua que absorben sus raíces es transpirada por las hojas). Además, atrapa contaminantes atmosféricos (cada árbol almacena en promedio 3.5 kilogramos de carbono al año) y funge como barrera natural para el ruido y los fuertes vientos [6]. Además, con su follaje íntegro los árboles modifican el ánimo de los habitantes al generar la sensación de relajamiento y bienestar; también proveen de hábitat y alimento a las aves y otras especies.

En este sentido, sorprende que en los años recientes se despoje sistemáticamente a los árboles de su fronda con fines estrictamente comerciales, como si el tronco ofreciera los mismos servicios que las hojas. Desde la educación básica se nos ha explicado que las hojas son un elemento crucial para la fotosíntesis, proceso a través del cual sustraen de la atmósfera dióxido de carbono, uno de los gases de efecto invernadero más importantes, y aportan oxígeno. Sin embargo, es frecuente observar en la ciudad que las autoridades capitalinas podan  los árboles hasta dejar el tronco y unas varas, acción que anula esta indispensable función.

La disputa por el espacio
En varias zonas de la ciudad de México los vecinos se han movilizado en oposición a talas y podas extremas realizadas por personal del GDF o de las diversas delegaciones políticas, al apreciar que no hay equilibrio entre los intereses privados (respaldados por las autoridades) y el bienestar público.

Por lo general se destruye el arbolado y se da preferencia a la infraestructura urbana o a las actividades comerciales. Sin embargo, la existencia de algunos casos en que se ha conservado una parte relevante del arbolado a pesar de las obras urbanas (como es el caso del Centro Cuicuilco y el Vips de Tlalpan-San Fernando) demuestra que es posible aspirar a un equilibrio.

En ese sentido, se esperaría al menos una aplicación estricta del Manual técnico para el establecimiento y manejo integral de las áreas verdes urbanas del Distrito Federal publicado en 2001 [7]. Desafortunadamente, este manual y diversos ordenamientos se han convertido en letra muerta, a pesar de que las zonas arboladas dan alta calidad de vida a las ciudades y son sitios privilegiados para el relajamiento y el esparcimiento.

La Organización Mundial de la Salud considera que cada habitante urbano debe contar por lo menos con 9 metros cuadrados de áreas verdes. Las cifras ya referidas arriba muestran que grandes áreas de la capital están muy por debajo de ese parámetro. De hecho, en 2003, el GDF estimaba una media de 1.94 m2 de áreas verdes por habitante [8]. Y lo más preocupante es que se teme que la realidad sea peor que las cifras oficiales.

Por ello, en septiembre de 2003 la SMA-DF propuso crear un inventario de áreas verdes minucioso y confiable. Como éste nunca fue elaborado, seguimos sin saber con exactitud el volumen de áreas verdes con que cuenta la capital, el estado en que se encuentran, las talas autorizadas, las reforestaciones realizadas y su efecto, entre otros aspectos cruciales.

Incluso, en el año 2000 el Instituto Nacional de Ecología ya proponía:
“En el tema de reforestación de la ZMVM [Zona Metropolitana del Valle de México] se deberá aumentar gradualmente la relación de áreas verdes versus población hasta llegar a tener 12 m2 por persona. Por lo que se necesita asegurar la supervivencia de por lo menos 80% de los árboles sembrados y evitar que continúe la pérdida de áreas de reserva ecológica” [9].

Un elemento especialmente agresivo para las áreas verdes es la realización de obras públicas, por sus impactos durante y después de la obra. Para atenuar sus efectos, estos proyectos tendrían que pasar por un proceso de información amplia hacia la ciudadanía, consulta pública y consenso, así como ofrecer plena transparencia acerca de la asignación de la obra y su operación. Lamentablemente hay un sinnúmero de casos que evidencian que nada de esto ocurre en la actualidad (ver nota 1). Además, en este proceso tendría que quedar claro que la obra beneficiará al conjunto de la población (transporte público de calidad, por ejemplo) y no sólo a un grupo de habitantes (aquellos que realizan cierto trayecto y poseen coche; y que pueden pagar peaje, en caso de que la nueva vialidad sea de cuota).

Aun para las obras de claro beneficio colectivo, existen medidas de mitigación que deberían incluir metas por alcanzar y sanciones al incumplimiento. Esto es, si una obra de transporte público afecta al espacio público, tendría que haber claras obligaciones de la autoridad con acciones específicas (dónde se restituye arbolado, qué características debe tener éste y en cuánto tiempo debe adquirir una talla equivalente al que fue afectado) y metas a alcanzar perfectamente comprobables.

Si es necesario aplicar estas medidas a obras que benefician a la colectividad, con mayor razón se deben aplicar a las obras de interés privado. En cualquier caso, es indispensable resguardar los espacios públicos ya que son básicos para que la sociedad cuente con puntos de encuentro, de interacción, de esparcimiento y expresión comunitaria. No se debe olvidar que la intensidad y calidad de las relaciones sociales dependen en gran medida de las condiciones del espacio público, de su capacidad para propiciar que interactúen distintos grupos sociales, se identifiquen y, en mayor o menor grado, se integren.

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Acciones urgentes
Para conservar el patrimonio ambiental en los espacios públicos de la ciudad de México, es urgente:

  1. Elaborar una política local para arbolado y arbustos, en conjunto con expertos de las principales instituciones académicas y con la participación de la sociedad civil;
  2. Retomar el sentido histórico de la reforestación en el Valle de México. La mayoría de los árboles data de la primera mitad del siglo pasado, cuando Miguel Ángel de Quevedo impulsó una reforestación masiva para detener la erosión del suelo, no sólo con fines estéticos;
  3. Reformar la Ley Ambiental del Distrito Federal [10], en su artículo 118, para lograr certidumbre en el caso de autorizar derribos por representar un riesgo para la infraestructura urbana, los transeúntes o las propiedades cercanas. Se recomienda que varias instancias intervengan con argumentos fundamentados en esta decisión, como la SMA-DF y la Secretaría de Protección Civil, aunque también es necesario “ciudadanizar” estas decisiones con la participación de expertos independientes y vecinos, para eliminar la arbitrariedad en derribos y talas;
  4. Que organismos como la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal informen a la ciudadanía cuáles son sus derechos para gozar de un medio ambiente sano, qué elementos conforman este concepto y cuáles son los mecanismos a su alcance para demandar su cumplimiento por parte de las autoridades locales.

 

Notas:

  1. Relación no exhaustiva: Denuncian tala de árboles en Xochimilco (por parte de la Delegación: 18 abr 2004) http://www.cronica.com.mx/notas/2004/120388.html / Cuajimalpa: arrasan inmobiliarias con zonas ecológicas (22 ago 2005) http://www.jornada.unam.mx/2005/08/22/index.php?section=capital&article=052n1cap / Por “desuso”, GDF vende la calle Rébsamen a la Cómer (22 abr 2011) http://www.jornada.unam.mx/2011/04/22/capital/031n1cap / GDF vende otra calle a particulares (23 abril 2011) http://www.eluniversal.com.mx/primera/36691.html / GDF quiere vender calle en Atoyac; vecinos se oponen (11 mayo 2013) http://www.eluniversaldf.mx/home/gdf-quiere-vender-calle-en-atoyac-vecinos-se-oponen.html / Granaderos custodian tala en Luis Cabrera (por Supervía: 19 marzo 2012) http://www.jornada.unam.mx/2012/03/19/capital/033n2cap / El delegado en Iztapalapa manda talar más de 150 árboles sanos del Cerro de la Estrella; es para evitar que sirvan de refugio a delincuentes, arguye (20 ene 2013) http://www.cronica.com.mx/notas/2013/724095.html / Exigen a GDF castigar tala (en Chapultepec, para urbanizar: 30 ene 2014) http://am.com.mx/notareforma/10155 / Talan 7 mil árboles del bosque de Aragón (6 jul 2014) http://www.milenio.com/df/bosque_de_aragon-7_mil_arboles_talados_en_Aragon-bosque_de_aragon_en_riesgo_0_330567021.html / Protestan vecinos contra la tala en avenida Masaryk (25 jun 2014) http://www.jornada.unam.mx/2014/06/25/capital/031n3cap .
  2. El GDF cuenta con una Secretaría del Medio Ambiente del DF y una Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial. En la primera existe una Dirección General de Bosque Urbanos y Educación Ambiental, a la cual pertenece la Dirección de Reforestación Urbana, Parques y Ciclovías entre cuyas funciones está “contribuir en el cuidado de las Áreas Verdes Urbanas del Distrito Federal, lo que reditúa en el mejoramiento del ambiente y de la calidad de vida de sus habitantes” (http://www.sedema.df.gob.mx/sedema/index.php/temas-ambientales/reforestacion-urbana). También existe el Plan Verde de la Ciudad de México que cuenta con siete ejes temáticos, uno de ellos es Suelo de Conservación y otro es Habitabilidad y Espacio Público, que busca “crear o recuperar más áreas verdes tanto ecológicas, limpias y estéticas, como recreativas, de manera que se rescaten, se mejoren y se creen nuevos espacios públicos para que podamos disfrutar de una ciudad más viable en donde realmente se pueda habitar” (http://www.planverde.df.gob.mx/ecotips/73-miscelanea/297-plan-verde-en11-parrafos.html).
  3. Véase SMA-DF, Portal de Áreas verdes urbanas de la Secretaría del Medio Ambiente del Distrito Federal, disponible en <http://www.sma.df.gob.mx/avu/index.php?option=com_content&view=article&id=87&Itemid=59>, página consultada el 4 de julio de 2014.
  4. Véase SMA-DF, Las áreas verdes en cifras, disponible en <http://www.sma.df.gob.mx/avu/index.php?option=com_content&view=article&id=65:las-areas-verde-en-cifras&catid=44:situacion-actual-de-las-areas-verdes&Itemid=79>, página consultada el 4 de julio de 2014.
  5. Guía de árboles y arbustos de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, Remuceac-GDF-UAM, 2003, p.14.
  6. Idem, 17-25.
  7. Manual técnico para el establecimiento y manejo integral de las áreas verdes urbanas del Distrito Federal, folleto práctico, disponible en <http://www.sma.df.gob.mx/sma/download/archivos/manual_manejo_areas_verdes_folleto_practico.pdf>, página consultada el 4 de julio de 2014.
  8. Guía de árboles y arbustos de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, Remuceac-GDF-UAM, 2003, p.24.
  9. INE, Situación ambiental de la Zona Metropolitana del Valle de México, 2000. Disponible en <http://www2.inecc.gob.mx/publicaciones/libros/268/metro3.html>, página consultada el 4 de julio de 2014.
  10. Gaceta Oficial del Distrito Federal, Decreto de Ley Ambiental del Distrito Federal, 13 de enero de 2000. disponible en <http://www.sma.df.gob.mx/sma/download/archivos/ley_ambiental_distrito_federal.pdf>, página consultada el 4 de julio de 2014.

Este texto se publicó en la revista Dfensor en septiembre pasado. Se puede descargar AQUÍ.

[Gerardo Moncada]

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