
Tragedia escénica escrita en 1595; se convirtió en la más popular entre las historias de amores fallidos.
”En la hermosa Verona, donde acaecieron estos amores, dos familias rivales igualmente nobles habían derramado, por sus odios mutuos, mucha inculpada sangre. Sus inocentes hijos pagaron la pena de estos rencores, que trajeron su muerte y el fin de su triste amor. Sólo dos horas va a durar en la escena este odio secular de razas…”
Romeo y Julieta es la tragedia más lograda en la etapa temprana de Shakespeare como dramaturgo. Los especialistas identifican en este periodo un estilo ornamental y muy cuidado, en el que la forma se imponía al contenido; pese a ello, sus obras tuvieron gran éxito debido a la versatilidad y originalidad de su autor. A esa fase formativa corresponden Sueño de una noche de verano, El mercader de Venecia y especialmente Romeo y Julieta.
En esta última, Shakespeare explora los impulsos amorosos de una joven pareja que decide desafiar el encono ancestral entre sus familias. Para ello deberán sortear muy variados obstáculos generados por el ambiente de rencores y animosidades que les rodea. Las fuerzas encontradas del amor y el odio definirán el destino de los amantes.
En opinión de Harold Bloom, Shakespeare no es sólo un indicador de las energías sociales del Renacimiento inglés. “Para cientos de millones de personas que no son europeas ni de raza blanca, es un indicador de sus emociones, de su identificación con unos personajes a los que Shakespeare dio existencia mediante el lenguaje. Para ellos su universalidad no es histórica, sino fundamental; él pone en escena sus vidas. En los personajes ellos perciben y afrontan sus propias angustias y fantasías, no las energías sociales manifestadas por el incipiente Londres mercantil”.
Muestra de ello es que la pareja formada por Romeo y Julieta terminó convirtiéndose en el símbolo universal del amor trágico, sin importar la época o el lugar desde donde se le vea.
El escritor Juan Villoro señala: “De acuerdo con Bloom, Shakespeare decidió el comportamiento del individuo, incluso el de quienes no lo han leído. Un ejemplo: la expresión to fall in love se consolida gracias a Romeo y Julieta. La obra fija un uso idiomático y permite entender el amor como caída, la zona de fragilidad donde alguien, voluntariamente debilitado, desciende hacia el otro”.
Para Bloom, la mayor originalidad de Shakespeare reside en la representación de los personajes, donde el monólogo tiene una importancia capital para provocar una transformación interior.
Si bien la tragedia de Romeo y Julieta fue escrita en la fase de maduración del dramaturgo, ya puede apreciarse una idea que desarrollará en obras posteriores: que la pasión, cuando se apodera del ser humano, le lleva a la autodestrucción o al aniquilamiento de lo que ama.
UN DRAMA POÉTICO
Coro.- Romeo, tan amado como amante, busca en una raza enemiga su ventura. Julieta ve pendiente de enemigo anzuelo el cebo sabroso del amor. Ni él ni ella pueden declarar su anhelo. Pero la pasión buscará medios y ocasión de manifestarse…
Una virtud de esta tragedia, en términos estructurales, es su construcción mediante escenas cortas, lo cual confiere intensidad y dinamismo a la obra. Además, el autor emplea elipsis temporales que aceleran la trama.
A ello se suma una esmerada elaboración de los diálogos. Shakespeare muestra un refinado ejercicio con el lenguaje, una constante búsqueda de la poesía en la prosa. Así logra una bella obra que por momentos nos obliga a refrenar la lectura y avanzar siguiendo su ritmo musical.
Así, el lector se regocija con las bellas alusiones al despertar amoroso, al alocado juego del amor.
Romeo.- Amor es fuego aventado por el aura de un suspiro; fuego que arde y centellea en los ojos del amante. O más bien es torrente desbordado que las lágrimas acrecen. Es locura sabia, hiel que emponzoña, dulzura embriagadora…
Julieta.- Romeo, no eres tú mi enemigo. Es el nombre de Montesco, que llevas… ¿Por qué no tomas otro nombre? La rosa no dejaría de ser rosa, y de esparcir su aroma, aunque se llamase de otro modo… Deja tu nombre Romeo, y a cambio de tu nombre toma toda mi alma…
Romeo.- Yo te juro, amada mía…
Julieta.- No jures. Aunque me llena de alegría el verte, no quiero esta noche oír tales promesas que parecen violentas y demasiado rápidas. Son como el rayo que se extingue, apenas aparece. Aléjate ahora: quizá cuando vuelvas haya llegado a abrirse, animado por las brisas del estío, el capullo de esta flor…Julieta.- Venga la dulce noche a tender sus espesas cortinas. Cierra ¡oh Sol! tus penetrantes ojos, y deja que en el silencio venga a mí mi Romeo, e invisible se lance en mis brazos. El amor es ciego y ama la noche, y a su luz misteriosa cumplen sus citas los amantes. Ven, majestuosa noche, matrona de humilde y negra túnica, y enséñame a perder en el blando juego, donde las vírgenes empeñan su castidad. Cubre con tu manto la pura sangre que arde en mis mejillas. Ven, noche; ven, Romeo, tú que eres mi día en medio de esta noche, tú que ante sus tinieblas pareces un copo de nieve sobre las negras alas del cuervo. Ven, tenebrosa noche, amiga de los amantes, y vuélveme a mi Romeo…
Romeo.- ¡Cada vez clarea más! ¡Cada vez se ennegrecen más nuestros infortunios!… Sufrimientos horribles beben nuestra sangre…
JULIETA ANTE ROMEO
Resulta de especial interés el contraste que establece Shakespeare entre la personalidad de Julieta y la de Romeo.
Romeo.- Mi corazón presiente que alguna fatalidad, todavía suspendida en las estrellas, comenzará amargamente su temible curso con los regocijos de esta noche y pondrá fin a la despreciable vida que encierra mi pecho por algún golpe vil de prematura muerte. Pero ¡que aquel que gobierna el timón de mi existencia guíe la nave! ¡Adelante!…
Desde un principio, Romeo se abandona a la melancolía, al llanto, al dolor, incluso con tintes melodramáticos.
Montesco.- En el bosque de sicomoros han visto a Romeo más de una mañana, aumentando con sus lágrimas el fresco rocío de la aurora y añadiendo a las nubes nuevas nubes con sus hondos suspiros…
Julieta, en cambio, a pesar de sus incipientes catorce años, muestra más entereza. Tiene diálogos más atractivos, con mayor deterrminación. Por ejemplo, no acepta que sus padres le digan a quién amar:
Madre.- Aspira a tu mano el gallardo Paris… Fíjate en su rostro y en la armonía de sus facciones… Di si podrás llegar a amarle.
Julieta.- Lo pensaré, si es que el ver predispone a amar. Pero el dardo de mis ojos sólo tendrá la fuerza que le preste la obediencia…
En general, Julieta busca conciliar la sensatez con sus sentimientos más profundos; aun cuando se abandone al arrebato apasionado, pronto se recompone.
Julieta.- Yo hubiera sido más reservada, lo confieso, de no haber tú sorprendido, sin que yo me apercibiese, mi verdadera pasión amorosa. ¡Perdóname, por tanto, y no atribuyas a liviano amor esta flaqueza mía…
Romeo, en cambio, es descrito como veleidoso, cambiante, que transita de la congoja a la euforia; del corazón roto al ánimo rebosante; del antiguo deseo por Rosalía a la nueva pasión por Julieta.
Fray Lorenzo (a Romeo).- ¡Qué pronto olvidaste a Rosalía, en quien cifrabas antes tu cariño!… ¿No decías que era más bella y gentil que ninguna? Y ahora te has mudado. ¡Y luego acusáis de inconstantes a las mujeres!…
Romeo tiene un carácter impulsivo. Eso le permite, en un arrebato amoroso, seducir a Julieta; pero ese mismo comportamiento le lleva a batirse con Teobaldo y en castigo ser desterrado de Verona.
Fray Lorenzo (a Romeo, que amenaza con el suicidio).- Detén esa diestra homicida. ¿Eres hombre? Tu exterior dice que sí, pero tu llanto es de mujer, y tus acciones de bestia muestran falta de libre albedrío. Horror me causas. Juro por mi santo hábito que yo te había creído de voluntad más firme…
Nodriza.- ¿Dónde está el esposo y señor de mi señora?
Fray Lorenzo (señalando a Romeo).- Mírale ahí tendido en el suelo y apacentándose de sus lágrimas…
La fuerza de Julieta es notable. Tras descubrir la pasión amorosa, pone su vida en juego y actúa: hace a un lado el odio de su familia hacia los Montesco, se aventura a una boda secreta, crea las condiciones para consumar su amor, pone su relación amorosa por encima de la vida de sus parientes, y está dispuesta a dejarse morir antes que traicionar a Romeo.
Julieta.- Todo lo haré, por terrible que sea, antes que ser infiel al juramento que hice a Romeo.
Fray Lorenzo.- Bien: la noche del miércoles, cuando estés en tu lecho, bebe hasta la última gota del licor que te doy en esta ampolleta. Inmediatamente correrá por tus venas un humor frío y letárgico, que amortiguará tus alientos vitales. Cesará de latir tu pulso y quedarás sin fuerza y sin calor. No darás señal alguna de vida. Huirá el color de tus rosados labios y mejillas, y le sucederá una palidez de ceniza. Tus párpados se cerrarán como puertas de la muerte que excluyen la luz del día, y tu cuerpo quedará rígido, inmóvil, frío como el mármol de un sepulcro. Así permanecerás cuarenta y dos horas justas, y entonces despertarás como de un apacible sueño… Es el único modo de salvarte del peligro actual, si un vano temor no te detiene.
Julieta.- Dame la ampolleta, y no hablemos de temores…
PERSONAJES DE REPARTO
El cuidado en la caracterización de los personajes no se limita a la pareja de enamorados, se extiende a quienes les rodean. Entre ellos, destacan la nodriza de Julieta y Mercutio, el amigo de Romeo. Ambos personajes son sumamente parlanchines; su actitud entrometida molesta a terceros, sus parlamentos ambiguos confunden a todos y sus rodeos discursivos desesperan a la pareja de amantes.
Mercutio.- Ya veo que ha estado con vos la reina Mab. Es la partera de las ilusiones, y llega arrastrada por un tronco de atomísticos corceles, a pasearse por las narices de los hombres mientras están dormidos… Galopa, noche tras noche, por los cerebros de los enamorados, que en seguida sueñan con amores… Esta Mab es la misma que trenza las crines de los caballos en la noche… es la bruja que, cuando las doncellas duermen de espaldas, las oprime y las enseña a resistir por primera vez, haciendo de ellas mujeres de buen llevar. Esta es la…
Romeo.- ¡Silencio, Mercutio, silencio! Estás hablando de nada.
Mercutio.- Es verdad, hablo de sueños, que son los vástagos de una mente ociosa, engendrados únicamente por la vana fantasía, tan insustancial como el aire y más mudable que el viento…Nodriza (en defensa de Julieta).- No la maltratéis, señor.
Capuleto.- Entremetida vieja. Cállate, y habla con tus iguales.
Nodriza.- A nadie ofendo… no puede una hablar…
Otro personaje especialmente atractivo es el padre Lorenzo, un fraile franciscano afecto a la botánica. Es el confesor de Romeo, pero actúa como tutor y, más que apelar a los preceptos religiosos, representa la voz de la lucidez.
Fray Lorenzo.- En esta flor que nace duermen escondidos a la vez medicina y veneno: los dos nacen del mismo origen, y su olor comunica deleite y vida a los sentidos, pero si se aplica al labio, esa misma flor tan aromosa mata el sentido. Así es el alma humana; dos monarcas imperan en ella: uno la humildad, otro la pasión; cuando ésta predomina, un gusano roedor consume la planta…
Fray Lorenzo (a Romeo).- Nada violento es duradero: ni el placer ni la pena: ellos mismos se consumen como el fuego y la pólvora al besarse. La excesiva dulcedumbre de la miel empalaga al labio. Ama, pues, con mesura…
Incluso con unas cuantas pinceladas, Shakespeare perfila con eficacia a personajes cuya presencia es muy esporádica, como los padres de los enamorados, o el príncipe de Verona, o los pobladores ya divididos por las rencillas entre los Montesco y los Capuleto.
Ciudadanos.- Venid con palos, con picas, con hachas. ¡Mueran Capuletos! ¡Mueran Montescos!…
Príncipe.- ¡Rebeldes, enemigos de la paz, derramadores de sangre humana! Humanas fieras que apagáis en la fuente sangrienta de vuestras venas el ardor de vuestras iras, arrojad en seguida a tierra las armas fratricidas y escuchad mi sentencia…
UN SALTO ESCÉNICO
En el periodo de 1558 a 1603, durante el reinado de Isabel I, Inglaterra logró posicionarse como una potencia naval, militar y cultural. La también llamada “Reina virgen” era aficionada a la poesía y a la música, expresiones artísticas que se unirían felizmente en las piezas teatrales para conformar una corriente afamada, la del teatro isabelino.
La tradición de representar tragedias y comedias de autores griegos y latinos, que venía desde el siglo XV, se vio transformada con la inspiración renacentista generando piezas teatrales que resultaron atractivas tanto para los cortesanos como para al pueblo.
Las obras eran esencialmente narrativas y en ellas abundaban los soliloquios y los largos discursos. La mayoría de los teatros carecían de techo y las representaciones eran diurnas, por lo que en sus parlamentos los actores solían explicar cualquier cambio del ambiente, en particular si la escena era nocturna. Solía haber un segundo piso en el escenario, lo cual fue utilizado por Shakespeare en la escena del balcón de Romeo y Julieta.
El efecto teatral se lograba esencialmente con el uso de la palabra, al igual que ocurría en el teatro griego clásico.
En el teatro isabelino se mezclaban el tono erudito con las bromas callejeras, lo pagano con lo cristiano, lo mitológico con lo cotidiano, la sensibilidad exquisita con el desplante soez, el discurso humanista con los gustos populares. Esa fusión logró una aceptación tan amplia que ese teatro se convirtió en un signo de su tiempo.
EL MISTERIO HUMANO
En sus obras, Shakespeare explora las diversas facetas del corazón humano, sus impulsos, sus pasiones, pero no sólo como actos sino también al nivel de los sentimientos y los pensamientos.
En diversos momentos, tanto Julieta como Romeo reflexionan acerca de su propia condición. “Shakespeare inventa la descripción del cambio interior basándose en la facultad de los personajes de oírse casualmente a sí mismos”, afirma Harold Bloom. Incluso, el dramaturgo lleva a Romeo y a Julieta a vislumbrar su destino, con una premonición cercana al “último destello”:
Julieta.- ¿Y si me despierto encerrada en el ataúd antes que vuelva Romeo? ¡Qué horror!… En aquel estrecho recinto, sin luz, sin aire… y los espíritus que, según dicen, interrumpen de noche el silencio de aquella soledad… Oyendo aquellos lúgubres gemidos que suelen entorpecer a los mortales, aquellos gritos semejantes a las quejas de la mandrágora cuando se le arranca del suelo… No es fácil que yo pierda la razón…
Romeo.- Soñé con Julieta y que me encontraba muerto. ¡Raro fenómeno: que piense un cadáver!…
UN CLÁSICO
Durante cinco siglos, todo tipo de especialistas han profundizado en la obra de este dramaturgo y poeta inglés, reconociendo sus enormes aportaciones a la literatura y a la cultura universales.
Se ha dicho que en su arte hay un impulso que arranca de la vida hacia lo sublime en una suerte de comercio entre vida y literatura característico del Renacimiento y, sobre todo, del público inglés del siglo XVI. Sin embargo, la afirmación se realiza en presente, porque las obras de Shakespeare conservan una insólita vigencia hasta el día de hoy.
También se ha señalado que en Shakespeare la ilusión no se aleja de la vida sino que la hermosea, la hace más atractiva, más poética y mágica; se vale de la representación para filtrar la realidad redimiéndola y embelleciéndola con el lenguaje.
Y a ello se añade que Shakespeare viene a mostrar que el carácter del hombre es su destino y que los caracteres dominantes arrastran en su ascenso o en su caída a cuantos les rodean.
No menos relevante es la afirmación de que Shakespeare es un educador de la sensibilidad del público.
Estos y otros atributos explican la muy larga permanencia de las obras de Shakespeare que, hasta nuestros días, siguen explorando y revelando los misterios del alma humana.
William Shakespeare nació el 26 de abril de 1564 en Stratford upon Avon, Inglaterra. Murió a punto de cumplir 52 años, el 23 de abril de 1616. En 1623 fue publicada la primera edición de sus obras teatrales: Mr. William Shakespeare Comedies, Histories and Tragedies. Desde entonces, no han parado de reimprimirse sus obras.
[ Gerardo Moncada ]Otras obras de Shakespeare:
Sueño de una noche de verano.