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Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare

Ingeniosa obra teatral de corte satírico escrita en 1594-1595.

Sueño de una noche de verano es una delicada, deliciosa comedia de enredos amorosos que combina con eficacia personajes mitológicos con gente del pueblo, todos envueltos por pasiones de amor que tendrán su apogeo durante una noche que algunos recordarán como un dulce sueño y otros como una cruel pesadilla.

Demetrio: Las cosas que nos han pasado parecen ya pequeñas y confusas… Pienso que todavía dormimos, que soñamos…

En Sueño de una noche de verano, con sutil lenguaje poético, avanzan varias historias en forma paralela: los preparativos para la boda de Teseo, duque de Atenas, con Hipólita, reina de las Amazonas; el romance no autorizado de Hermia y Lisandro; los desaires que sufre Elena por parte de Demetrio, a quien se había prometido la mano de Hermia; y la puesta en escena de una obra de teatro acerca de un romance trágico, montada por gente del pueblo ateniense: un carpintero, un ensamblador, un tejedor, un reparador de fuelles, un calderero y un sastre.

A los derroteros inesperados propios de los conflictos amorosos, se añade un toque de magia derivado del encono conyugal entre Titania, reina de las hadas, y Oberón, rey de las hadas, de cuyas riñas surgen encantamientos, pócimas, travesuras y descuidos que alcanzarán a los humanos, demasiado distraídos con sus problemas sentimentales.

EL REFUGIO DEL SUEÑO

Titania a las hadas: Cantad al son para dormirme; luego cada cual a su faena, y dejadme reposar…
Coro: Los trinos del ruiseñor / arrullen su sueño en paz, / y no la turben encantos, / magias, hechizos, ni mal…

Titania: ¡Música! ¡Música que acaricie el sueño!…

Hadas y humanos buscan el deleitoso abandono en un sueño reparador, sin imaginar las sorpresas que les depara el despertar.

Lisandro a Hermia: Que te brinde el sueño toda su paz.
Hermia: Con la mitad de ese deseo, cerraría contenta los párpados…

Los hay también quienes se refugian en el sueño, en busca de una paz que no encuentran en la vigilia.

Elena: ¡Oh penosa noche!… ¡Oh sueño! ¡Tú que algunas veces cierras de pesar los ojos, haz que por unos momentos me libre yo de mi propia compañía!…

Demetrio (desairado por Hermia): Buscaré en el sueño alivio a mi dolor, porque éste se hace doblemente pesado con el insomnio…

Oberón a Puck: Llevarás a Demetrio y Lisandro hasta que caigan rendidos de cansancio y se hundan en el sueño, remedo de la muerte…

La magia y la fantasía no están descartadas:

Puck: Y nosotros, duendes y hadas, huimos de la presencia del sol, siguiendo las sombras como un sueño…

Es común que lo experimentado en el sueño genere una profunda confusión en el alma, que perdure luego de haber despertado.

Bottom: ¡Qué visión más extraña la mía! He tenido un sueño que ni el hombre más hábil podría narrarlo…

Teseo: Los enamorados y los locos viven tan alucinados, y con tan caprichosas fantasías, que imaginan más de lo que la fría razón puede comprender…

EXPLORAR LAS PASIONES HUMANAS

William Shakespeare nació el 26 de abril de 1564 en Inglaterra, país en el que murió poco antes de cumplir 52 años, el 23 de abril de 1616. En sus obras, exploró las diversas facetas del corazón humano, sus pasiones, sus impulsos, el amor, la ambición, la piedad, los celos, la duda, la avaricia.

Los especialistas señalan que, en su primera etapa como dramaturgo, Shakespeare tenía un estilo ornamental y muy cuidado. Aunque la forma se imponía al contenido, sus obras tuvieron gran éxito debido a la versatilidad y originalidad de su autor. A esa etapa corresponden obras como La comedia de los errores, Trabajos de amor perdidos, Sueño de una noche de verano, y especialmente Romeo y Julieta, la más lograda de este periodo.

En pocos años Shakespare alcanzaría la madurez como escritor y en sus obras las ideas se impondrían, alcanzando un equilibrio entre la expresión y el contenido. Así se aprecia en comedias como El mercader de Venecia y Mucho ruido por nada. El punto más alto lo alcanzará con tragedias como Hamlet, Otelo, Macbeth y El rey Lear, donde los personajes presentan tal emotividad y profundidad psicológica que se convertirán en símbolos universales.

LOCOS ENAMORADOS

En Sueño de una noche de verano se dan cita anhelos amorosos en constante frustración, pero en permanente búsqueda de su realización. Así, se prefiere un castigo atroz a un amor no deseado:

Teseo a Hermia: Examinad bien vuestra índole, para saber si en el caso de resistir a la voluntad de vuestro padre, podéis soportar la librea de una vestal, ser para siempre aprisionada en el sombrío claustro, pasar toda la vida en estéril fraternidad entonando cánticos desmayados a la fría y árida luna. Tres veces benditas aquellas que pueden dominar su sangre y sobrellevar esa casta peregrinación; pero en la dicha terrena más vale la rosa arrancada del tallo que la que marchitándose sobre la espina virgen, crece, vive y muere solitaria.
Hermia: Así quiero crecer, señor, y vivir y morir, antes que sacrificar mi virginidad a un yugo que mi alma rechaza y al cual no puedo someterme…

Y es que el sendero amoroso suele estar sembrado de toda clase de obstáculos:

Lisandro: ¡Ay de mí! Cuanto llegué a leer o a escuchar, ya fuese de historia o de romance, muestra que jamás el camino del verdadero amor se vio exento de borrascas.
Hermia: Pues si los verdaderos amantes siempre fueron contrariados, ha de ser por decreto del destino. Armémonos, pues, de paciencia en nuestra prueba, ya que esta no es sino una cruz habitual, tan propia del amor como los pensamientos, las ilusiones, los suspiros, los deseos y las lágrimas, triste séquito de la fantasía…

Mayores complicaciones surgirán para quien elija en forma errónea al ser amado:

Elena: El amor puede transformar en belleza y dignidad cosas bajas y viles; porque no ve con los ojos sino con la mente, y por eso pintan ciego a Cupido el alado. No tiene en su mente el amor señal alguna de discernimiento; como que las alas y la ceguera son signos de imprudente premura. Y por ello se dice que el amor es niño, siendo tan a menudo engañado en la elección. Y como en sus juegos perjuran los muchachos traviesos, así el rapaz amor es perjurado en todas partes…

O para quien es maliciosamente engañado:

Oberón: Observé el sitio donde el proyectil de Cupido cayó hiriendo una pequeña flor de occidente, blanca como la leche, y que a causa de la herida de amor se ha vuelto purpúrea, y a la cual las doncellas llaman “amor desconsolado”. Tráeme esa flor, Puck: ya en otra ocasión te mostré la planta. Su jugo, vertido sobre los dormidos párpados, hace que el hombre o la mujer se enamore perdidamente de la primera criatura viva que vea…

Demetrio: Mi amor por Hermia se fundió como un copo de nieve, y me parece ahora como el recuerdo de un capricho ocioso acariciado en mi niñez…

En ocasiones, la oportunidad perfecta sólo encuentra desinterés y rechazo:

Demetrio a Elena: Demasiado acusáis vuestra modestia abandonando la ciudad, entregándoos en manos de quien no os ama, sin desconfiar de la oportunidad de la noche ni del mal consejo de un lugar desierto, mientras lleváis el tesoro de la virginidad…
Elena: ¡Qué vergüenza, Demetrio! Vuestras ofensas tienen escandalizado a mi sexo. Nosotras no podemos combatir, como podrían los hombres, por amor. No fuimos hechas para conquistar sino para ser conquistadas. Te seguiré, y haciendo de un infierno un cielo, moriré por la mano que amo tanto…

Otras veces, el recato desbarata la ocasión propicia:

Lisandro a Hermia: El mismo hacecillo de yerbas servirá de almohada a los dos. Un corazón, un lecho, dos pechos y una fe.
Hermia: No, buen Lisandro, amado mío. Por amor a mí, yaced a más distancia, no tan cerca.
Lisandro: ¡Oh! Comprended, vida mía, el sentido inocente de mis palabras… No me niegues un lecho a tu lado; porque descansando junto a ti, no sueño en traiciones.
Hermia: Por amor y por cortesía yaced un tanto más lejos, gentil amigo mío. En la modestia humana semejante separación es lo que corresponde a un honrado soltero y a una doncella…

Algunos optan, como último recurso, por un hechizo de amor:

Titania a Bottom (con cabeza de asno): Tu forma ha encantado mi vista. Y la fuerza de tu fascinación me mueve a la primera mirada a decirte, a jurarte, que te amo.
Bottom: Paréceme, señora, que tenéis para ello muy poca razón; aunque, a decir verdad, la razón y el amor se avienen bastante mal en estos tiempos…

Y en el fantástico revoltijo de amores torcidos, un travieso duende se regocija con los enredos que su error ha provocado:

Puck: ¡Cómo hemos de divertirnos con sus coloquios! ¡Santo Dios, y qué locos son estos mortales!… Aquí viene otra, triste y colérica. Cupido es un muchacho bien travieso, cuando así hace enloquecer a las pobres mujeres…

EL TEATRO ISABELINO

Teseo: La imaginación produce formas de cosas desconocidas, la pluma del poeta las diseña y da nombre y habitación a cosas etéreas que no son nada. Tal es el poder alucinador de la imaginación…

En el periodo de 1558 a 1603, durante el reinado de Isabel I, Inglaterra logró posicionarse como una potencia naval, militar y cultural. La también llamada “Reina virgen” era aficionada a la poesía y a la música, expresiones artísticas que se unirían felizmente en las piezas teatrales para conformar una corriente afamada, la del teatro isabelino. Ya desde el siglo XV se venían presentando adaptaciones de las tragedias de Séneca y las comedias de Plauto y Terencio; pero con el Renacimiento los elementos del teatro clásico se unirían con la renovada inspiración de dramaturgos formados en Oxford y Cambridge para crear obras que atraían por igual a la corte y al pueblo, aunque algunas piezas se dirigían a públicos específicos.

A partir de 1574 surgen compañías teatrales tuteladas por un protector. Bajo esa circunstancia, actores y cómicos gozaban de un salario a cambio de ofrecer varias funciones al año a sus patronos. Fue el caso de “Los hombres de lord Chamberlain”, “Los sirvientes de lord Admiral” o “Los hombres del conde de Leicester”. Estos últimos dieron un paso más al construir un local en las afueras de Londres que llamaron “The Theatre”, para ofrecer funciones mientras no los requería su protector.

Las obras eran esencialmente narrativas y en ellas abundaban los soliloquios y los largos discursos.

Los teatros se estructuraban en torno a un patio donde había una plataforma que tenía un fondo de tela en el cual había dos puertas para los actores. El público general presenciaba la obra de pie; la gente adinerada ocupaba galerías que daban a ese patio. Los papeles femeninos eran representados por jóvenes o niños. Sin importar que se presentara una tragedia o una comedia, se solían intercalar canciones y bailes.

Entre 1576 y 1613, pese a las clausuras esporádicas, llegaron a funcionar once teatros en la periferia de Londres, un número muy alto para cualquier ciudad europea de esa época.

TEATRO EN EL TEATRO

En un juego de espejos, Shakespeare recrea en Sueño de una noche de verano la preparación y puesta en escena de una pieza teatral que pretende agasajar al duque Teseo en el banquete de bodas. Presenciamos el teatro visto por el teatro, pero en tono fársico.

Quincio: Vos, Nich Bottom, habéis sido designado para Píramo.
Bottom: ¿Qué es Píramo: un tirano o un amante?
Quincio: Un amante que por amor se mata con el más grande heroísmo.
Bottom: Eso para ser bien representado necesita algunas lágrimas…

En un guiño a los espectadores, Shakespeare juega con una idea: el temor de los artistas a perturbar al público noble, en caso de que éste vea algo en escena que le desagrade.

Quincio a Bottom: Harías el papel de león de un modo tan terrible que se asustarían la duquesa y las señoras, y se pondrían a dar alaridos; y con eso ya habría lo suficiente para que nos colgaran a todos…

Lo que se muestra en el escenario sólo es una metáfora de la realidad, parece decir Shakespeare en tono juguetón. Y en el extremo de la farsa, sus personajes deciden eliminar cualquier riesgo incorporando a su obra toda clase de aclaraciones y advertencias, como que el león no es real sino un actor disfrazado de felino, que la luz de la luna es en realidad una lámpara e incluso que un muro no es tal.

Bottom: Escribidme un prólogo que parezca decir que no podemos hacer daño con nuestras espadas, y que Píramo no está muerto realmente; y para mayor seguridad, que diga que yo, Píramo, no soy Píramo, sino Bottom el tejedor. Con esto ya no tendrán miedo las señoras…

Como es natural, tantas explicaciones terminan destruyendo la representación y provocan el aburrimiento del público que se pretendía complacer. El propio duque la describe como un “desatinado sainete”.

Es probable que Shakespeare respondiera con esta parodia a algún acto de censura que hubiera conocido, pues como afirmaba el escritor Günter Grass: “Las obras de Shakespeare, los libros, incluso los poemas que el ánimo medroso gusta de llamar ‘independientes de su época’, fueron escritos en su tiempo, con la mirada por la ventana y el oído orientado hacia la calle, aunque Roma [o Atenas], como lugar de la acción, les haya prestado los bastidores”.

En El canon occidental, el crítico literario Harold Bloom refiere: “En la Inglaterra isabelina, el estatuto personal de los actores era similar al de los mendigos y gentes de baja ralea. Como actor-dramaturgo, Shakespeare dependía necesariamente del patronazgo y la protección de los aristócratas”.

Eso no impedía que les enviara sutiles mensajes a través de sus obras.

UN AUTOR UNIVERSAL

Harold Bloom considera sorprendente la evolución de Shakespeare, que de ser un dramaturgo lírico alcanzó una magnificencia cosmológica. “El escritor de las primeras farsas es sólo de lejos el profético autor de sus grandes obras. Su primer logro absoluto es la asombrosa Trabajos de amor perdidos, posiblemente escrita en 1594”. De ahí despegaría con obras como Sueño de una noche de verano, Romeo y Julieta y El mercader de Venecia.

Bloom afirma categórico: “Shakespeare y Dante superan a todos los demás escritores occidentales en agudeza cognitiva, energía lingüística y poder de invención”.

En su opinión, Shakespeare es universal gracias a “su incomparable excelencia literaria, a una fuerza de pensamiento, caracterización y metáfora capaz de sobrevivir a la traducción y a la transposición y de obligar al lector de casi todas las culturas a que le preste atención”.

Además, es un autor que no se agota en una lectura: “Si uno lee y relee a Shakespeare puede que no llegue a conocer ni su carácter ni su personalidad, pero ciertamente aprenderá a reconocer su temperamento, su sensibilidad y su percepción de las cosas… Las lecturas de Shakespeare son infinitas”.

[ Gerardo Moncada ]

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