Expedientes

Playas contaminadas de México, un secreto de Estado

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Si planeas visitar playas mexicanas este verano, toma en cuenta que nueve de los 17 estados con playa han reportado episodios de riesgo sanitario. Aquí recuperamos la información que pretendía cuidar la salud de los vacacionistas y que fue censurada.

En una decisión reprobable, las autoridades federales llevaron al limbo de la confidencialidad los reportes históricos de contaminación de las playas mexicanas, los cuales llegaron a estar disponible para cualquier interesado. Ante ese vacío, la Secretaría de Salud-Cofepris puede afirmar, cada vez que se acerca una temporada vacacional, que los litorales están limpios (salvo dos o tres playas) y que el turista puede sumergirse en sus aguas (e incluso tragar un poco del líquido) con plena confianza.

Los expedientes -ahora secretos- fueron creados a partir del año 2003 con análisis mensuales de la calidad del agua, congregados en el Sistema de Monitoreo de Calidad del Agua en Playas Prioritarias (Sisplayas). Desde un principio, los informes confirmaron las sospechas: los índices de contaminación iban de lo preocupante a lo escandaloso. Algunos reportes superaban en cientos de veces el límite sanitario mexicano, de por sí más laxo que los parámetros internacionales.

El alto grado de contaminación bacteriológica tenía su origen principal en el limitadísimo saneamiento de las aguas negras urbanas, descargadas a los causes de los ríos o directamente a la costa. Por décadas, este saneamiento no cubrió ni el 30% de las aguas descargadas por millones de retretes y ahora difícilmente alcanza el 60%.

En lugar de atender en forma prioritaria el saneamiento de las descargas urbanas, aplicar la normatividad para impedir la contaminación de ríos y ordenar los drenajes en las 17 entidades costeras, se optó por la opacidad, bloqueando el acceso público a la información [ver Por decreto, desaparecen las playas contaminadas en México].

Así, los turistas no se enterarán de los episodios de contaminación que se presentan en la playa El Acuario, en el puerto de Veracruz, que han superado hasta 800 veces el límite máximo permitido. Y menos lo sabrán porque a partir de 2011, con argumentos pueriles, esta playa fue sacada del sistema de monitoreo, en vez de sanearla.

Esta política de la simulación se aplicó en otras playas que reportaban en forma recurrente episodios de contaminación. Fue el caso, también en Veracruz, de las playas Antón Lizardo, Gaviota II, Pelícano I y II, Tortuga II, José Martí, Villa del Mar, Hornos y Regatas, con lo cual súbitamente aparentaron ser playas limpias. Además, al igual que con El Acuario, se suspendió el monitoreo de Playa del Muerto, El Morro, Los Arcos e Isla Amor.

En Campeche, tres playas “prioritarias” (por haber presentado más de cuatro incidentes de riesgo sanitario en el curso de cinco años) dejaron de ser monitoreadas: Manigua II, Playa Caracol y Sombrerón, lo cual borró de tajo su pasado turbio.

En Chiapas fue lavado el historial de playa Arista, Boca del cielo estero, Boca del cielo mar, Playa Linda y Escolleras.

En Acapulco, Guerrero, eso ocurrió con las playas Caleta, Caletilla, Carabalí, Hornos y Suave. En Ixtapa–Zihuatanejo suspendieron el monitoreo de la Playa Almacén, que era “prioritaria”. Y no se informa que Playa Principal ha permanecido fuera de la norma por varios años.

De Jalisco, fueron blanqueados los expedientes de las playas Quimixto, Ánimas, Mismaloya, Los Muertos y Del Cuale, que han tenido graves episodios de contaminación. Además, se suspendió el monitoreo de las playas Oasis, Las Glorias, El Salado (Pitillal), Conchas Chinas y Boca de Tomatlán, a pesar de que esta última llegó a reportar una contaminación 120 veces superior al máximo permitido.

Nayarit ocultó los episodios críticos que han vivido las playas Bucerías, Huanacaxtle, Sayulita y Guayabitos.

Sonora lavó los oscuros antecedentes de las playas Bahía de Kino I, II y III, y las playas Huatambito, Las Bocas y Camahuiroa.

Hace una década, Alejandro Olivera (de Greenpeace) y otros ambientalistas pedían homologar los límites mexicanos de contaminación con los estándares internacionales; realizar un monitoreo oportuno y confiable; adoptar un sistema que advirtiera en cada playa, de manera clara, cuál era la calidad del agua; e impulsar de manera firme el saneamiento de aguas negras para evitar que llegaran sin tratamiento al mar.

Las autoridades quizá ponderaron las peticiones y encontraron tres dificultades: eran costosas, requerían políticas y mecanismos de supervisión, y sobre todo exigían una enorme voluntad política. Tal vez por eso decidieron adoptar una estrategia más conocida y de resultados probados: la opacidad.

A los turistas más acuciosos les sugerimos enfocarse en las costas que no han reportado graves incidentes de contaminación. Son las de Baja California Sur (salvo Malecón III, en La Paz), Sinaloa, Colima, Oaxaca, Yucatán y Quintana Roo. Vacacionar en ellas, por ahora, es una garantía para disfrutar verdaderamente lo que se busca en un destino de playa.

Gerardo Moncada/con información de Denise Rojas (30 abril 2015) ]

 

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