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Deepwater Horizon, crónica de un desastre anunciado

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Una película contra la amnesia, indispensable para los países que han decidido colocar sus recursos petroleros en manos de las grandes corporaciones.

El cine estadounidense ha conjuntado con notable eficacia en las películas de desastres una mezcla de cine de acción, suspenso y drama, con un ingrediente que agrava el cataclismo: la trivialización de los riesgos por parte de corporaciones codiciosas o autoridades corruptas, o ambos. Este último aspecto adquiere mayor fuerza cuando la cinta está basada en hechos reales.

Deepwater Horizon, de Peter Berg (2016), reúne con solvencia esos ingredientes para convertirse en un atractivo filme que sostiene el interés del espectador en un hilo al tiempo que exhibe el cinismo rapaz de los representantes de la segunda mayor compañía petrolera del mundo.

El título de la película corresponde al nombre de una plataforma petrolera de la BP (British Petroleum) ubicada en el Golfo de México que estalló en 2010 y provocó el peor desastre petrolero en la historia de los Estados Unidos, pues por 87 días la empresa no pudo controlar el derrame de un pozo perforado en aguas profundas, a 5.6 km debajo del nivel del mar. Como mucha gente recordará, al principio la BP intentó deslindarse de la responsabilidad, luego quiso culpar a los trabajadores, más tarde a empresas subsidiarias, para finalmente reconocer que había evadido procedimientos de seguridad. Así, lo que en un principio le significó a esa corporación un ahorro de 125 mil dólares se convirtió en una pérdida que ascendía, para noviembre de 2012 (cuando se declaró culpable del desastre), a más de 35 mil millones de dólares.

A partir de un reportaje publicado en The New York Times se estructuró el guión de esta película, que adquirió fuertes dosis de un “yo acuso” al cuestionar con aspereza la conducta del personal de la corporación.

Un elenco solvente y efectos especiales contribuyen a redondear el filme.

La indispensable memoria
Ante la intención del gobierno mexicano de hacer perforaciones petroleras en aguas profundas (propósito que inició Felipe Calderón y retomó Enrique Peña Nieto) y, sobre todo, ante la confianza ciega que se deposita en las grandes corporaciones extranjeras, conviene recordar varios aspectos del desastre ocurrido en Deepwater Horizon:

  • BP se declaró culpable de 11 cargos de negligencia (relacionados con la muerte de once trabajadores), así como dos cargos por daños al medio ambiente y uno por obstrucción al Congreso.
  • El desastre ocasionó el derrame de 4.9 millones de barriles de petróleo que se extendieron hasta las costas de Florida y Texas.
  • BP se hizo acreedora a la multa más alta en la historia estadounidense (mil 256 millones de dólares).
  • El valor de BP en el mercado se desplomó; de ser la segunda mayor empresa petrolera del mundo cayó a la cuarta posición.
  • Dos supervisores de BP fueran acusados de 23 cargos penales, incluido el de homicidio.
  • Un alto ejecutivo fue acusado de entregar información errónea al Congreso acerca del derrame.
  • BP debió vender 35 mil millones de dólares en activos, sólo para financiar parte de los costos del derrame.

A pesar de las cifras en apariencia exorbitantes, cabe aclarar que los daños ambientales suelen ser valorados por debajo de su costo de restauración real (si es que la restauración es posible) y, por supuesto, no hay forma de fijar un costo a una vida humana.

[ Gerardo Moncada ]

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