cine

El primer hombre en la luna, de Damien Chazelle

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El 20 de julio de 1969 el ser humano pisó, por primera vez, la superficie de la luna. La humanidad dio un salto respecto a los alcances de su imaginación, en particular respecto a su percepción de las limitaciones de la ciencia y la tecnología.

Damien Chazelle es un excelente cineasta y lo volvió a demostrar en «El primer hombre en la luna» (First man, 2018), asombrosa recreación de un proceso épico con más fracasos que aciertos, una gesta heroica llena de intrepidez y locura: el viaje a la luna.

Chazelle demuestra ser un profundo conocedor de los géneros cinematográficos de Hollywood, pero con una visión renovada y personal. Con acierto prescinde de los parlamentos grandilocuentes y se enfoca en la minucia de los pequeños detalles técnicos y materiales que dotaron, en forma casi imperceptible, del tono épico a esta historia.

(Al observar los aparatos, instrumentos y herramientas, uno se pregunta cómo lograron viajar en eso que tenía más apariencia de una lavadora que de una nave espacial.)

Chazelle ofrece con eficacia varias narraciones en paralelo: la odisea del primer viaje a la luna, con un altísimo grado de incertidumbre técnica y científica; la historia personal de los pilotos de combate convertidos en astronautas, en especial la de Neil Armstrong. Y con atinadas pinceladas muestra el contexto internacional de la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética, así como las condiciones sociales y culturales de la sociedad estadounidense en la década de 1960.

Con irregular fortuna otras cintas han abordado esta época, pero Chazelle las supera por amplio margen, con un relato veraz, detallista y profundamente humano.

Detrás de las cámaras

El director Damien Chazelle nació en Estados Unidos el 19 de enero de 1985, es hijo de un profesor francés y una maestra canadiense. Respecto a este filme, él ha dicho en entrevistas que le sigue resultando asombroso cómo esta empresa espacial -a pesar de sus múltiples dificultades y sacrificios- logró convertir la fantasía en realidad. Pero, al mismo tiempo, deja en claro que lo que ve el espectador en la película es una reconstrucción veraz de lo que realmente ocurrió, para lo cual contó con asesoría de la NASA y de astronautas que acompañaron la filmación de múltiples escenas.

[ Gerardo Moncada ]

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