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Lecciones de activismo, para tiempos de indignación

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Tres películas exponen aspectos relevantes del activismo social: Selma, A civil action y Noise.

El cine suele potenciar la emoción que provocan las gestas sociales, ya sean protagonizadas por grandes multitudes, pequeños grupos o individuos. Pero al margen del ingrediente emocional, algunas películas ofrecen elementos de interés acerca de la lucha civil y varias de sus escenas pueden ser vistas como auténticas lecciones de activismo.

SELMA (dirigida por Ava DuVernay, 2014).

https://youtu.be/fd1aTrVLLEM

Recrea los conflictos que en 1965 vivía Estados Unidos en torno al derecho al voto para la población afroamericana. Una batalla crucial se desarrolló en el pequeño poblado sureño de Selma, en Alabama, donde Martin Luther King encabezó la protesta pacífica. El movimiento no estuvo exento de tropiezos y discusiones internas acerca de las estrategias más convenientes.

En esta película destacan las discusiones en torno a las estrategias a desarrollar. Por momentos, es una cátedra de la lucha social:

  • Cómo forzar el escenario, porque las prioridades sociales nunca coinciden con las agendas, los tiempos y las prioridades de los políticos.
  • Identificar campos de batalla significativos, para no desgastarse en múltiples batallas.
  • La necesidad de impulsar alianzas, a pesar de la complejidad que esto implica.
  • Realizar un análisis minucioso para identificar con quién conviene unirse, así como cuáles son los oponentes, estudiar el territorio donde se dará la confrontación (establecer zonas de batalla claramente definidas).
  • Asumir que los activistas serán observados (y espiados) permanentemente.
  • Incluso podrán ser acosados, por ejemplo vía telefónica (hoy, vía correo electrónico y redes sociales).
  • Saber que serán objeto de descalificación política, social, ética e individual por parte de sus oponentes, que se resisten a los cambios pues lo único que desean es seguir detentando el poder.
  • Reconocer que la presencia de los medios es indispensable. Aunque puedan ser hostiles al activismo social (suelen ser aliados del poder), se les puede atraer hacia la cobertura de las luchas sociales.
  • Por estrategia, mantener abierta la interlocución con el poder político.
  • Reconocer el enorme poder de la acción no violenta, de la protesta pacífica.
  • Diversificar las actividades en forma estratégica. (“Nuestra organización funciona de una manera sencilla: negociamos, nos manifestamos, resistimos, y en los mejores días nuestro adversario nos ayuda cometiendo un error”: Martin Luther King.)
  • Diseñar acciones en paralelo, con el mismo objetivo, realizadas por facciones negociadoras y confrontativas.
  • Saber que a cada lucha sigue otra. (“Visto así es un camino duro, pero todos esos esfuerzos son uno mismo: el esfuerzo por nuestra vida como comunidad, como nación.”)
  • Distinguir entre el trabajo comunitario a largo plazo y una campaña pública intensa y de corto plazo en busca de resultados específicos, que intenta obligar a los actores políticos a tomar acciones concretas y para ello son indispensables los medios de comunicación (para contar -a través de ellos- la lucha).
  • Calibrar oportunamente las condiciones que exigen reacciones inmediatas o mayor presión social.
  • Planear y organizar cuidadosamente las actividades públicas, y cuidar su sustento teórico (la no violencia).
  • Evaluar la efectividad de cada acción. No actuar con arrojo imprudente. En caso de riesgo, buscar apoyos legales que protejan la actividad.
  • Idear cómo transformar las protestas en un poder político real (no se puede permanecer en la protesta).
  • Involucrar a la sociedad, haciéndoles entender que todos somos responsables del problema.

 

A CIVIL ACTION (Steven Zaillian, 1998).

Un grupo de abogados y una comunidad intentan hacer pagar a una corporación por los daños que ocasionó tras haber enterrado de manera ilegal desechos tóxicos en terrenos de Massachusetts. Basada en el caso del abogado ambiental Jan Schlichtmann, esta es una de esas cintas que retuercen las entrañas del espectador pero también le ofrecen vastas lecciones de lo que enfrenta la sociedad cuando decide hacer valer sus derechos por la vía legal y se topa con un sendero intencionalmente accidentado, adverso y doloroso.

Esta película desmenuza las robustas estrategias que han diseñado las corporaciones para eludir quejas o demandas:

  • Contratan buffetes intimidantes.
  • Dilatan procesos.
  • Enfocan sus esfuerzos en descalificar a sus acusadores y sus argumentos.
  • Dan especial atención a impedir que se escuche en un juicio la voz de los afectados.
  • Exigen pruebas costosas a los afectados.
  • Aprovechan todas las argucias legales y explotan sus vínculos con jueces.
  • Recurren a la verborrea legaloide, unas veces con cinismo otras como intimidación velada.
  • La parte medular de su estrategia es reventar al demandante (ya que el demandante depende del ímpetu, es necesario romper éste).

Y pese a todo, existen pequeños espacios de oportunidad que se convierten en victorias para los demandantes. Pero aún en esas circunstancias, las corporaciones recurren a mecanismos de secrecía (para que parezca que son invencibles). Cuando pierden, recurren a acuerdos no públicos. Según se informa al final de la película, cada año se presentan 780 mil casos en Estados Unidos, de los cuales sólo 12 mil, es decir, el 1.5% llega a algún veredicto legal.

 

NOISE (Henry Bean, 2007).

Historia de ficción en la que un ciudadano pierde los estribos ante el ruido que a cualquier hora perturba su vida, como el producido por las alarmas de coches, negocios e inmuebles. Aunque muchas personas prefieren actuar con indiferencia, él no puede hacerlo.

Su esposa le cuestiona: “¿Por qué lo tomas tan personal?”

Él responde: “Esto nos afecta a todos, ¿y quieres que me adapte?… ¿Por qué las personas soportan lo que las afecta?”

Al principio, reacciona con furia para acallar las alarmas, luego explora la vía legal sin éxito; vuelve al vandalismo y es encarcelado; su vida familiar se derrumba. Todo le es adverso, pero no se detiene.

-¿Por qué estás tan furioso?, le preguntan.
-Por impotencia, responde.

Es un personaje sensible, culto, que lee La Odisea a su hija y cita a Hegel al señalar que ser arrestado por tomar la justicia en sus manos fue lo mejor que le había ocurrido, pues esa experiencia negativa lo transformó en un “rectificador” (un justiciero social que es bien visto por otras personas igualmente afectadas, pero perseguido por las autoridades).

En un interesante debate, él defiende su posición con un argumento individualista: el secreto del poder es hacer que el ciudadano no pueda actuar. “Cuanto más arbitrario es el poder, cuanto más cruel e irracional, es más respetado”, afirma. Una joven le responde: “Puedes seguir rompiendo coches hasta que te lleven preso o puedes hacer algo real, como promover un referendo para cambiar una ley” y con ello modificar las condiciones que te afectan.

En el siglo 21, la convergencia de la tecnología digital, los teléfonos móviles y las redes sociales han potenciado las denuncias ciudadanas con una difusión instantánea y un amplio alcance. Pero esa valiosa herramienta raras veces es parte de una estrategia que permita convertir la indignación colectiva en una transformación política. Estas tres películas se enfocan en eso, en la estrategia. Son tres lecciones cinematográficas de cómo grupos sociales buscan modificar situaciones adversas, y lo consiguen.

[ Gerardo Moncada ]

 

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