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La guerra sucia en internet y la libertad de expresión

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28 julio 2015.- En un artículo recién publicado por The Washington Post se plantea que el comportamiento hostil en internet se está convirtiendo en una práctica popular, incluso aplaudida y demandada por los cibernautas y por los anunciantes que contratan espacios en sitios web.

La autora del artículo es Ellen Pao, hasta hace poco editora del blog en Reddit, un sitio web de alta interacción pública donde los lectores votan y comentan lo contenidos, muchos de los cuales son propuestos por los propios usuarios. Pao refiere haber sido víctima de un linchamiento virtual cuando intentó establecer una serie de códigos de convivencia eliminando los comentarios hostiles. Pao deja entrever que los propio anunciantes condicionan sus contratos a la exhibición de bajas conductas: racismo, bullying, acoso, sexismo…

[Ver artículo: We cannot let the internet trolls win.]

En México se aprecia la promoción de estas conductas, pero no tanto con fines comerciales sino para ejercer el control social y político, para acallar a las voces disidentes y críticas.

Los ejércitos (o granjas) de bots que operan en redes sociales interviene masivamente para degradar conversaciones, romper enlaces grupales e incluso intimidar a figuras.

De manera intuitiva, los cibernautas han aprendido a defenderse: Por ejemplo, la activista política @TuiteraMx nos comenta: “He sido atacada por trolls cientos de veces. Al principio les respondía y me tiraban la cuenta. Ahora ya no les contesto”.

También con indiferencia les responde @alconsumidor: “A los bots ocasionales de plano los ignoro. Por fortuna, esa estrategia me ha funcionado”.

El tema de Ayotzinapa propició el activismo de la comunidad artística, que pronto comenzó a recibir amenazas. @SandraAH83 relata: “Me han atacado varias veces directamente, pero son las menos. Lo que he notado es que ahora te siguen cuentas que son evidentemente falsas y que en el nombre llevan un número o serie de números al final. Algunas son en apariencia anti gobierno, pero son falsas y creo que es una estrategia de intimidación. Yo al principio los bloqueaba (varias cuentas al día). Ahora sólo las ignoro y las dejo si me quieren seguir”. Algo similar hace @FrancesGuillen: «Lo que hago es bloquearlos y no mencionarlos”.

Como es de suponer, @Omarel44, el vocero de los normalistas, es uno de los principales blancos: “Sí me ha ocurrido, me hackearon el Face. Tuve que pedir ayuda”.

Una activista enfocada en temas de urbanismo es @JosefinaMacG: “He sido atacada poco y más bien con amenazas de tipo familiar. Yo de plano los bloqueo”.

A esa decisión llegó también @epigmenioibarra: “En principio daba RT a los trolls para poner en evidencia su miseria ideológica y su violencia. El problema de esa estrategia, que exhibían su manera de proceder y su actuación en manada, es que seguidorxs míos se metían en debates peligrosos y terminaban amenazados. Ahora simplemente les doy Block y cuando me amenazan de muerte y son excesivamente procaces los reportó. Twitter ha respondido muy bien a esos reportes. Llevamos, por otro lado, un registro de los más violentos. Hace unos dos meses que no sufro ataques de consideración. Antes actuaban en manada, ahora están muy silenciosos, sobre todo los más violentos, esos que amenazaban de muerte y que en su perfil tienen fotos con armas. No denuncio las amenazas. A puro block me voy”.

Muy parecida es la estrategia de @rcanudasg: “Cuando han sido sumamente groseros, los reporto y bloqueo. En pocas ocasiones (no sé cuantas, pero seguro no más de cuatro) he podido ‘dialogar’ con ellos haciendo mis reflexiones. Por ejemplo, hace uno o dos meses alguien respondió uno de mis tuits sobre la ABC en el sentido de que Margarita Zavala aunque fuese primera dama, no podía haber hecho nada, porque las leyes del IMSS tenían que respetarse. Tuvimos un intercambio relativamente largo, hasta que dejó de molestar. No tuve que bloquearlo y ya ni me acuerdo quien fue“.

La activista social @lolareinadelsur relata: “Cuando empecé a apoyar la causa del periodista Pedro Canché, la primera vez que escribí un tuit al gobernador de Quintana Roo, Beto Borge, en menos de un minuto me llegó un millón de tuits diciéndome, ya sabes, que era una pendeja, que dejara de chingar y etcétera. ¿Qué hice? Realmente nada, ignoré todo y seguí. Creo que esa fue la única vez que recibí un ataque en masa Lo único que lamento de estos bots, ataques o trolls, es que ¡nosotros los pagamos!… Últimamente, la mayoría de mis nuevos seguidores no escriben tuits y nadie los sigue. Quizá eso lo usen después para pedir «en masa» que Twitter me bloquee. He recibido amenazas, pero en mi celular; ahora, si veo un número que no conozco, ya ni contesto”.

Una experiencia muy similar es la que refiere @lydiacachosi: “Muchas veces me han troleado. Han sido los cibernautas del PRI Quintana Roo. Los bloqueo o reporto, dependiendo. Jamás les respondo, no pierdo el tiempo”.

En esa misma entidad, @pedrokanche recibió una embestida de ataques calcados que lo acusaban de calumniar, mentir, difamar, “con sus mercenarios aliados, enemigos de #QRoo”. El periodista se dio a la tarea de reportarlos y Twitter dio de baja varias de esas cuentas por “suplantación de identidad”.

En marzo de 2015, la investigadora académica y activista @rossanareguillo, miembro de la Academia Mexicana de la Ciencia e integrante del Sistema Nacional de Investigadores, recibió mensajes intimidatorios por Twitter. La investigadora respondió con valentía y dignidad: “#SinMiedo Podrán intentar silenciar nuestra voz, intentarán amenazas, insultos. Somos muchas y estamos #HastaLaMadre“.

Respecto a este caso, el abogado y activista @roblesmaloof comenta: “Trabajé con ella la estrategia de protección y defensa legal, y tenemos un proyecto, con el apoyo de Web We Want, para aprender lecciones y mejorar la seguridad de activistas y periodistas. Lo hacemos desde @enjambredigital”.

A prueba y error, la sociedad está aprendiendo a defender un invaluable derecho: el ejercicio de la libertad de expresión.

[ Gerardo Moncada ]

 

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